Can Bernadí Nou

c/Jaume I, nº 6 - SaCabaneta

siurellsigerres@hotmail.es

679242752

WhatsApp: 679242753

siurellscanbernadinou.com

Horari

Lunes, Martes, Miércoles, Jueves, Viernes, Sábados cada dia 9 a 13:30. Posibilidad de adaptarse a otros horarios.

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Can Bernadí Nou, cuatro generaciones de artesanos

Maria Amengual, maestra artesana siurellera y ceramista, está al frente de Can Bernadí Nou desde 1998, año en qué jubiló su padre. Representa la cuarta generación de la familia que se dedica a este oficio artesano. Can Bernadí Nou se encuentra en la calle Jaime I, número 6 de Sa Cabaneta, “la misma calle en la que siempre habían estado mis antepasados. Mi abuelo era de Can Bernadí de Sa Cabaneta y tuvo 9 hijos que también se dedicaron al mundo del barro”.

A los finales del siglo XIX y durante buena parte del XX los abuelos de Maria Amengual, Antoni Amengual Bestard y Maria Serra Carrió, trabajaban con todos sus hijos haciendo sobre todo siurells y jarras bordadas. “Cuando todos los hermanos, que siempre habían trabajado juntos, se separaron por ley de vida, sobre 1980, mis padres , Joan Amengual Serra i Maria Capó Cañelles, continuaron con el oficio del barro en una parcela de tierra en la misma calle Jaime I, donde habían estado siempre mis antepasados, y mi padre denominó la siurelleria-gerreria Can Bernadí Nou”.

Maria Amengual explica que a sus clientes pueden encontrar siurells “totalmente artesanos y hechos a mano”. Cuenta que las técnicas de elaboración no han variado mucho con el tiempo, a pesar de que siempre se ha tenido que innovar en nuevas piezas, ya sea por pedidos o por demanda de coleccionistas o para crear nuevas piezas.

Maria Amengual, de 48 años, es la única empleada de Can Bernadí Nou. “Llevo la producción de los siurells y de todas las piezas, la comercialización y la contabilidad. Llega un punto en que tienes que saber hacer de todo: contable, facturas, repartir, vender a mercados, hacer trabajo en el taller, etc. A veces todo lo que no es hacer siurells y cerámica te llega a absorber”.

Maria Amengual cree que el futuro de las alfarerías será hacer trabajo bajo demanda, con productos únicos y selectos. “Ya se nota que hay gente que recurre a nosotros para hacer unos productos diferenciados, te pueden pedir una personalización muy concreta que no existe dentro de otros ámbitos”.

La propietaria de Can Bernadí Nou no es nada optimista sobre el futuro de las alfarerías. Considera que la supervivencia es “difícil” por falta de relevo generacional y por las trabes administrativas que sufren los autónomos. “Llega un momento en que solo te llenan de papeleo y trámites y esto desmotiva mucho porque no te puedes dedicar 100% a crear; también tienes que ser contable, abogado, gestor, etc)”.

Aun así, Maria Amengual defiende que el negocio está muy arraigado en Mallorca y considera que aquello que funciona es mantener un producto único que no se rige por modas y que conserva el carácter artesanal y autóctono, a la vez que intentan ser creativos.

Pandemia

La duración de la pandemia, que ya se prolonga durante 18 meses, ha estado muy dura para muchos de negocios y, especialmente, para las alfarerías que han tenido que sobrevivir sin turistas, sin ferias y, durante mucho tiempo, con una actividad bajo mínimos. “Creo que ha sido lo más difícil, si solo hubiera sido que no vinieran turistas, con las ferias temáticas y pedidos de otros sectores (congresos, particulares, acontecimientos, etc..) casi ni se hubiera notado porque no solo vivimos del turismo”.

Pero el cierre casi total ha sido una angustia para Can Bernadí Nou y para la mayoría de alfarerías. “Cómo ha estado todo a la vez, la caída ha sido fuerte. Yo diría que este sector ha sobrevivido porque la mayoría tenemos el local-taller en propiedad. Con poca cosa nos conformamos para ir subsistiendo y a base de esfuerzo hemos cubierto gastos y no hemos aspirado a nada más”.

Maria Amengual es muy crítica con la ayuda recibida por las instituciones durante la pandemia. Dice que lo han pasado mal y no se han sentido apoyados. “En estos momentos de pandemia puedo decir que no me he visto nada apoyada por las instituciones, más bien a solas. Ha habido promesas, pero yo no he visto nada de nada. Me he quedado bastante decepcionada con algunas instituciones”.

Redes sociales

Como muchos de negocios, las alfarerías han aprovechado la pandemia para reinventarse y para apostar por las redes sociales para paliar la caída de la venta física. “He tenido que hacer un esfuerzo en redes sociales, sobre todo por Instagram, que es lo que ha funcionado para atraer gente. La verdad es que tengo ganas de volver a la normalidad, de poder hablar y ver la gente en persona y dejar atrás un poco todo este mundo en línea. Maria Amengual, mujer orquesta en su negocio, confiesa que dedicarse a las redes sociales exige “demasiada dedicación” y “repercute en nuestro trabajo diario porque no es compatible hacer los dos trabajos al 100%”.

Con el paso del tiempo, el cliente de las alfarerías se ha sofisticado y es más exigente que hace unos años. Generalmente, es un cliente que entiende y que valora el trabajo artesano y sabe muy bien aquello que busca, que no lo encuentra en otros lugares, más que en los talleres de los maestros artesanos de calidad. “El cliente ahora es más selectivo y quiere esto porque le gusta, te busca y no suele poner pegas por precio ni nada. Valora mucho que se mantenga este trabajo porque es muy diferente de todo lo que encuentra en otros lugares”.

Autenticidad

Maria Amegual cuenta que el cliente busca piezas únicas, que no estén hechas a máquina, y quiere salirse de productos estándar. “También he notado una corriente de gente que busca productos muy naturales, en consonancia con la producción slow y artesana, una forma de vivir más sostenible y a poca velocidad”, apunta Maria.

Entre los clientes de Can Bernadí Nou hay de todo: amantes del trabajo artesano, coleccionistas de cerámica de todo el mundo, artistas de renombre que buscan inspiración, y público autóctono que estima lo propio.

La propietaria de Can Bernadí Nou reivindica el trabajo artesano que representa unas técnicas centenarias, transmitidas de padres a hijos, frente a las grandes superficies que ofrecen productos industriales donde todas las piezas son exactamente iguales. Un hecho valorado por sus clientes. “A los clientes les gusta cuando vienen al taller a comprar, ver también el taller y encontrarte trabajando, esto no lo encontrarán nunca en las grandes superficies”.

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